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08 setiembre 2005

Katrina averguenza a la superpotencia...


11:45 (hora peruana)

Katrina avergüenza a la superpotencia mundial

Las crudas escenas de ancianos en harapos, personas arrastrando sus escasas pertenencias, con el agua a la cintura, desesperados, hambrientos y clamando "agua, agua" parecen de algún país de América Latina o de Africa, pero nunca se esperan de "América".
Tras asolar el 29 de agosto los Estados sureños de Luisiana, Mississipi y Alabama, el huracán Katrina dejó a Estados Unidos frente a la tragedia nacional más severa desde los ataques del 11 de setiembre de 2001, con una crisis de seguridad interna y sanitaria sin precedentes.
Enfermedades del Tercer Mundo amenazan las regiones asoladas. Los médicos temen que las aguas fétidas y las difíciles condiciones en albergues generen brotes de cólera, disentería, fiebre tifoidea, malaria y virus del Nilo.
La real dimensión de la tragedia aún se está contabilizando, pero Katrina sería el más destructor desde 1900, cuando una tormenta con epicentro en Galveston, Texas, dejó entre 6.000 y 12.000 muertos; mientras que las víctimas del terremoto de San Francisco fueron entre 5.000 y 6.000.
Pero sin duda alguna, la catástrofe provocada por Katrina es uno de los peores desastres naturales de la historia de Estados Unidos, según reconoció el mismo presidente George W. Bush.
Paradójico. El gobierno de un experto en "guerras preventivas" no estaba preparado para evitar, en su propio país, una tragedia de tales dimensiones y mucho menos para enfrentarla.
Todos se hacen las mismas preguntas: ¿cómo pudo ser que esto suceda en el país más poderoso del planeta?, ¿por que en una nación con tantos recursos la reacción ante el fenómeno natural fue tan precaria?, ¿De quién es la culpa?.
Culpas hay suficiente para repartir, pero casi todas apuntan a los políticos, muy especialmente a George W. Bush, a quien, a propósito, Katrina tuvo el mal gusto de aparecer en mal momento e importunar sus vacaciones.


Bush, con el agua al cuello

Cuando los pronósticos meteorológicos no dejaban dudas de que el poderoso ciclón impactaría con furia las costa del sur de Estados Unidos, Bush, desde su rancho de descanso en Texas, dio un par de consejos que estimó de gran utilidad para estos casos: huir y rezar.
Algunos no huyeron, debieron salir en estampida. Katrina tocó las costas del sur de Estados Unidos el 29 de agosto y descargó toda su furia contra la bulliciosa capital del jazz, Nueva Orleans, donde dos diques cedieron al día siguiente y el agua entró inundando a un 80% de la ciudad, situada bajo el nivel del mar.
Los rostros aterrorizados, principalmente de negros y latinos, de gente de los barrios más pobres de la ciudad, empezaron a colmar las pantallas del televisor.
Fue apenas entonces que Bush decidió terminar dos días antes sus vacaciones de casi cinco semanas en Texas, para dirigirse a Washington y coordinar las acciones de respuesta al devastador huracán.
"Desde hacía como 4 días venían anunciando que iba a pasar directo por aquí (Katrina) y el señor, el rey de las vacaciones, en su rancho dijo nada más: 'hay que huir'. No dijo cómo. Es la mentalidad del vaquero", dijo el presidente venezolano, Hugo Chávez, al criticarlo por no haber previsto un plan de evacuación.


A bordo del avión presidencial Air Force One, tras regresar a Washington, Bush sobrevoló las áreas inundadas en Nueva Orleans y otras ciudades vecinas destruidas por el huracán Katrina y fue entonces cuando calificó la situación como "devastadora".
"Nuestros corazones y plegarias están con nuestros compatriotas en la Costa del Golfo que tanto han sufrido por el huracán Katrina", dijo en un mensaje al país.
En lo que fue lapidariamente considerado por "The New York Times" como el peor discurso que haya dado el presidente en toda su vida, que eso ya es decir mucho, Bush se lanzó una de sus clásicas frases al estilo de que la caótica Nueva Orleans volverá a ser "grande" otra vez" y "entre todos haremos una América aún más fuerte".
"Nada en la actitud del presidente, que parecía despreocupado hasta la indiferencia, indicaba que comprendía la profundidad de la crisis", opinó The New York Times en un editorial titulado "A la espera de un jefe".
No fue sino hasta cuatro días después de que Katrina pasó arrasando con todo por Luisiana, Mississippi y Alabama, que el presidente, quien se había limitado a sobrevolar las zonas inundadas, mojó la suela de sus zapatos.
A mediados de la semana dio las primeras instrucciones concretas para enfrentar la tragedia. El gobierno impuso la ley marcial y cambió el orden de prioridades: primero reprimir los saqueos y luego proseguir con las labores de rescate.
Poco antes de que la Casa Blanca indicara que Washington estaba dispuesto a aceptar cualquier ayuda desde el exterior, Bush había salido con un "valoramos la ayuda pero vamos a salir solos" .
Acosado por la ola de críticas, el mandatario estadounidense corrió en busca de ayuda y apareció el jueves en la Casa Blanca flanqueado por su padre, ex presidente George Bush, y su predecesor, Bill Clinton.
"Nadie habría podido prever este desastre", afirmó el presidente, al sobrevolar la zona de catástrofe.
Pero eso, aseguran los expertos, no es verdad. Puede que los huracanes sean fenómenos naturales, pero la ausencia de un plan de prevención, de evacuación y de atención de la emergencia hacen del desastre algo totalmente humano.


Un desastre anunciado

No era un secreto que los diques construidos para evitar la inundación de Nueva Orleáns no soportarían un huracán de gran magnitud, pero nunca se destinó dinero para reforzar las barreras de tierra, acero y concreto.
El año pasado, el Cuerpo de Ingenieros del ejército solicitó 105 millones de dólares para los programas de inundaciones y huracanes en Nueva Orleáns. La Casa Blanca redujo el monto a 40 millones. El Congreso finalmente aprobó 42,2 millones, menos de la mitad de la solicitud original.
Sin embargo, los legisladores y Bush acordaron una ley de autopistas por 286.400 millones de dólares, el Congreso destinó fondos para controlar el polvo en los caminos de Arkansas y 231 millones de dólares para un puente hacia una isla pequeña y deshabitada de Alaska.
"El control de inundaciones ha sido una prioridad de este gobierno desde el primer día", dijo Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca, en un esfuerzo por contrarrestar las críticas.
Sin embargo, según dice la senadora demócrata Mary Landrieu, "la verdad habla por sí misma".
Scientific American había advertido en 2001 que el estado de degradación de los diques de la ciudad y los sistemas de bombeo, el desarrollo de zonas residenciales y la insuficiencia de itinerarios de evacuación generaban un serio riesgo de catástrofe humanitaria en Nueva Orleans, con el bloqueo de 250.000 personas y la muerte de miles de ellas.
"Las autoridades no pusieron este tipo de catástrofes entre sus prioridades, redujeron los gastos para destinar el dinero a otra cosa, particularmente en el curso de los últimos dos años, cuando el país emprendió" la guerra contra Irak y el terrorismo, declaró John Rennie, redactor jefe de Scientific American, Rennie.


¿Víctimas de Katrina en el saldo de Irak?

Ante la extensión de los daños, las fuerzas armadas estadounidenses se sumaron a los esfuerzos de los servicios de socorro y enviarán buques, helicópteros y equipos especializados.
La labor de rescate fue más difícil debido a que los efectivos militares normalmente desplegados en este tipo de crisis, los de la Guardia Nacional, están siendo intensamente movilizados hacia Irak.
Luisiana y Mississippi, cada uno de los cuales tiene en Irak 3.000 efectivos de la Guardia Nacional, reclamaron especialistas militares y equipamientos de otros estados.
Además de los guardas nacionales y los convoyes anfibios de ayuda humanitaria, 300 soldados de retorno desde Irak fueron desplegados en Nueva Orleans con orden de disparar sobre los saqueadores y los provocadores.
Bush ha intentado contrarrestar las críticas en momentos en que pasa por su nivel más bajo de popularidad, que ronda el 45% sobre todo por el papel en Irak.
"Tenemos todos los recursos para hacer ambas cosas", dijo Bush el fin de semana al asegurar que la superpotencia mundial puede encargarse de Irak y Katrina al mismo tiempo.
Desde las páginas de 'The Wall Street Journal', la columnista Peggy Noonan -que tradicionalmente apoya la gestión de Bush- preguntó al presidente si entiende que lo que está ocurriendo en el Golfo de México "es tan importante como lo que está ocurriendo en el otro".
Buena pregunta. Pero quizás, ello, es pedir demasiado.

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