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26 noviembre 2005

Violencia doméstica: el mal silenciado


BBC Mundo Ciencia

La violencia física o sexual contra las mujeres por parte de sus parejas es generalizada en el mundo y muy pocas veces se habla de ello. En algunos países, dos de cada tres mujeres han sufrido maltrato.

Esa es la conclusión de un estudio llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el impacto de la violencia doméstica en la salud de la mujer.
"La violencia doméstica es muy común en el mundo", dijo a BBC Mundo la coordinadora del estudio, la doctora Claudia García Moreno, de la Unidad de Género, Salud y Mujer de la OMS.
"Hasta un 71% de las mujeres entrevistadas habían tenido alguna forma de violencia física o sexual y de éstas, la mitad había sufrido alguna lesión grave", afirma la experta.


Diversidad

En el estudio, el primero que se realiza globalmente sobre la violencia doméstica, participaron 24 mil mujeres en edad reproductiva en 10 países del mundo.
Según la organización el estudio eligió varios países para tener una diversidad geográfica y cultural.
Se seleccionaron Perú, Brasil, Namibia, Tanzania, Bangladesh, Japón, Tailandia, Samoa, Serbia y Montenegro y Etiopía.
Los índices de violencia física o sexual van desde 15% de las entrevistadas en Japón, hasta 71% en Etiopía.
En un quinto de los casos en Etiopía y en más de la mitad en Perú, la violencia resultó en lesiones físicas considerables.
La investigación reveló que el abuso infligido por la pareja es la forma más común de violencia contra la mujer.
Esta violencia es mucho más extendida que los asaltos o violaciones llevados a cabo por extraños o conocidos.
"Y el problema tiene un enorme impacto en la salud física y sicológica de las mujeres", dice la experta.
La investigación encontró una clara relación entre las experiencias de violencia doméstica y los riesgos de sufrir enfermedades y trastornos emocionales.
Éstos incluyen lesiones, problemas emocionales, pensamientos e intentos suicidas y síntomas físicos de diversas enfermedades.
Y las embarazadas no resultaron exentas de este mal.
Hasta un 28% de las mujeres que habían estado alguna vez embarazadas dijeron haber sido golpeadas durante el embarazo, más del 90% de las veces a manos del padre de su hijo nonato.
"Es muy alarmante que donde las mujeres deben sentirse seguras, con la persona que quieren, es donde se da principalmente la violencia", afirma la experta.


Justificación

"Los patrones de violencia que estudiamos", dice la doctora García, "son consistentes en todos los países".

"El impacto de este problema en la salud y bienestar de la mujer es similar en todos los ambientes culturales y económicos", afirma.
La OMS destaca el "sorprendente grado con el que las mujeres justifican el abuso del que son víctimas".
Entre un 50 y 90% de las mujeres entrevistadas estaban de acuerdo en que un hombre tiene razón si golpea a su esposa bajo ciertas circunstancias.
Por ejemplo, dice el documento, "si ella lo desobedece, si se rehúsa a tener relaciones sexuales, si no finaliza los trabajos domésticos a tiempo, o si sospecha de infidelidad".
También se mencionan los casos en que las mujeres no pueden rehusarse a tener relaciones sexuales.
Entre un 44 y 51% de las mujeres sienten que no tienen derecho a decir "No" al acto sexual, incluso si sus esposos las maltratan o golpean.


Prevención

Pero la salud es sólo un aspecto del complejo tema de la violencia doméstica.
La OMS destaca la importancia que las organizaciones de salud pública pueden desempeñar para combatir el problema y prevenirlo.
A pesar de ser un problema extendido, silenciado, y muchas veces aceptado y justificado, sí es posible cambiar las actitudes para prevenir la violencia doméstica, señalan los expertos.
"Si pensamos en otros problemas de salud pública, como el tabaquismo, sabemos que es posible combatirlos", dice Claudia García Moreno.
Según la experta, a lo largo del tiempo se ha logrado cambiar los comportamientos de la gente frente al tabaquismo.
"Hoy ya no es aceptable fumar como lo era hace una generación y de la misma manera podemos trabajar para cambiar todas las actitudes culturales y sociales que permiten este tipo de violencia".
Para lograrlo, agrega, se requiere de acciones coordinadas en todos los niveles de la sociedad, desde la familia y la comunidad hasta los sistemas de salud, educación y justicia.
"No es fácil, y no cambiará de un día para otro, pero es posible lograrlo", concluye.