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Nueva técnica satelital revela magnitud de la destrucción forestal
STEVE CONNOR THE INDEPENDENT
La selva del Amazonas está siendo destruida al doble de la velocidad calculada previamente, según los dramáticos resultados de nuevas mediciones vía satélite de la región. Científicos han descubierto que imágenes satelitales anteriores de la Amazonia no detectaron una forma de tala furtiva, igualmente destructiva pero menos evidente desde el espacio. Pero ahora, un equipo de especialistas estadunidenses y brasileños ha podido comprobar, por primera vez, el daño hecho por la "tala selectiva", que ocurre cuando se retiran uno o dos árboles, sin cortar los vecinos. Encontraron que la tala selectiva de la caoba y otras maderas preciosas -la cual es ilegal- está causando estragos en el área amazónica a la misma velocidad con que lo haría una explotación maderera convencional. Gregory Asner, uno de los líderes del estudio aparecido en la publicación Science, afirmó que una nueva técnica satelital ha producido una imagen impactante de la verdadera dimensión de la destrucción de la Amazonia. "Se ha monitoreado con satélites la deforestación en gran escala desde hace dos décadas, pero la tala selectiva había sido prácticamente invisible hasta ahora", señaló Asner, investigador del Instituto Carnegie y de la Universidad de Stanford, en California, ambas en Estados Unidos. "Con esta nueva tecnología podemos detectar huecos dejados por uno o dos árboles en la bóveda o techo de la selva." Imágenes convencionales de satélite han revelado que áreas de unos 9 mil 280 kilómetros cuadrados de selva amazónica se queman o talan cada año para usar esos suelos con fines agrícolas, ganaderos u otros desarrollos. Sin embargo, cuando los científicos utilizaron la nueva técnica para estimar el área que ha sido destruida por la tala selectiva, han encontrado una tasa comparable de deforestación, lo cual indica que la magnitud total de estos estragos, y la velocidad a la que ocurren, es del doble de lo que se pensó anteriormente. El volumen total de carbono liberado hacia la atmósfera como resultado de la tala selectiva, entre 1999 y 2002, fue de entre 10 y 15 millones de toneladas, calcularon los científicos. Esto representa un incremento de 25 por ciento sobre el flujo total de carbono proveniente de la Amazonia. "Esto fue totalmente sorpresivo para nosotros y muy alarmante para nuestros colegas, especialmente los que se interesan en la conservación de los ecosistemas, los cambios climáticos. También es muy alarmante para gobiernos como el brasileño, que deben hacer cumplir las leyes ambientales", señaló Asner. Vulnerabilidad selvática La tala selectiva ocurre cuando madereros van a un área virgen de la selva y cortan los árboles más valiosos, como la caoba, de manera individual, causando enormes daños en el proceso. "En promedio, por cada árbol que es removido, 30 o más pueden resultar severamente dañados en la operación. Esto ocurre cuando un árbol cae y tira los vecinos porque todos están conectados entre sí por ramas y lianas enredadas", señaló el experto. Asimismo, dijo, "estos bosques tienen áreas extraordinariamente dañadas debido a que la copa de un árbol puede medir 25 metros de diámetro. Cuando un árbol cae también destruye la capa del bosque formada por la vegetación de menor altura, que queda convertida en un manto lleno de despojos". Estudios de las zonas afectadas por la tala selectiva revelaron también que la luz penetra a través de los huecos dejados, lo cual reseca el suelo y la vegetación más baja y vuelve la selva más vulnerable a los incendios. La nueva técnica satelital desarrollada por científicos de Stanford y Carnegie permite a los expertos ver a través de la densa bóveda de la selva lo que ocurre debajo. Un indicio de la sobrexplotación es el hecho de que en la bóveda predomina la vegetación verde, mientras el suelo selvático está lleno de material muerto y tierra desnuda, apuntó Asner. Durante cuatro años los científicos obtuvieron las primeras mediciones completas de los efectos de la tala selectiva en la cuenca del Amazonas. "Encontramos mucha más tala selectiva de lo que cualquiera hubiera esperado. Entre 7 mil 300 y 12 mil 800 kilómetros cuadrados de deforestación anual se extienden a través de cinco estados de Brasil", aseguró Asner. Para asegurarse de que las mediciones desde el espacio eran correctas, científicos se internaron en la selva para comparar los datos satelitales con lo que se podía observar en el terreno. Sus hallazgos confirmaron las peores sospechas: la fotografía satelital convencional no había detectado la mitad de los daños causados por la tala ilegal. Sobre esto, Asner comentó: "El gobierno brasileño tiene leyes contra las operaciones ilegales de explotación maderera, pero no tiene capacidad de vigilar su cumplimiento dentro de toda la enorme área geográfica de la que estamos hablando. "No se puede tener un policía en cada rincón; nuestra idea es proporcionar a las autoridades estos resultados con la esperanza de que puedan aplicarlos en sus esfuerzos", concluyó Asner.
Conforme los supervivientes del huracán Katrina intentan rehacer sus vidas una vez más, queda muy claro que desde hace mucho tiempo antes de la tragedia se fue juntando una tormenta de políticas y prioridades equivocadas. Los fracasos gubernamentales en casa y en la guerra de Irak hallaron en el despertar de Katrina una confluencia que ilustra la necesidad de un cambio social fundamental, so pena de sufrir peores desastres en el futuro.En un informe previo al 11 de septiembre, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) tenía anotado un huracán importante en Nueva Orleáns, como parte de las tres catástrofes que tenían más probabilidad de golpear Estados Unidos. Los otros, un ataque terrorista en Nueva York y un terremoto en San Francisco.Nueva Orleáns se había vuelto prioridad urgente para la FEMA desde enero, momento en que el ahora ex director, Michael Brown, retornó de inspeccionar la devastación que el tsunami ocasionó en Asia. "Nueva Orleáns era el desastre más inminente del que hablábamos", dijo Eric Tolbert, ex funcionario de la FEMA, al diario The New York Times. "Estábamos obsesionados con Nueva Orleáns por los riesgos implicados."Un año antes de que golpeara Katrina, la FEMA condujo con éxito un simulacro que replicaba las posibles condiciones de un huracán para Nueva Orleáns, pero los elaborados planes de la agencia no fueron instrumentados.La guerra jugó su papel en dicha falla. Las tropas de la Guardia Nacional que habían ido a Irak "se llevaron mucho equipo necesario, incluidas docenas de vehículos apropiados para aguas profundas, Humvees, tanques de abastecimiento y generadores que se requerían en la eventualidad de que un desastre natural ocurriera en el estado", informó The Wall Street Journal. Un viejo oficial de la armada dijo que hubo renuencia para comprometer a la cuarta brigada de la décima división de montaña con sede en Fort Polk, porque la unidad, que suma varios miles de soldados, estaba en medio de su preparación para el despliegue en Afganistán.Las maniobras burocráticas también amplificaron el riesgo de un desastre natural. Antiguos funcionarios dijeron al periódico The Chicago Tribune que las capacidades de la FEMA se vieron "efectivamente marginadas" por el presidente George W. Bush cuando la agencia tuvo que achicarse para ser parte del Departamento de Seguridad Patria, con menos recursos y más capas de burocracia y "una fuga de cerebros" que ocurrió conforme los empleados desmoralizados se iban y se ponía al mando a un amigote político de Bush, totalmente incompetente.Pese a que fue alguna vez una "agencia federal de primera línea", la FEMA no es ahora ni siquiera "uno de los asientos traseros", dijo a The Financial Times Eric Holdeman, director de manejo de emergencias en King County, Washington. "Hoy están en la cajuela del carro del Departamento de Seguridad Patria."Los recortes en los financiamientos que Bush emprendió en 2004 obligaron al cuerpo de ingenieros de la armada a reducir el trabajo de control de inundaciones de manera muy abrupta, incluido el reforzamiento urgente que requerían los diques que protegían a Nueva Orleáns. El presupuesto 2005 de Bush obligó a otra seria reducción, una especialidad del sentido de pertinencia del gobierno, muy parecido al abrupto recorte en la seguridad del transporte público justo antes de los bombazos de Londres, en julio de 2005.Otro factor en esta tormenta perfecta fue el menosprecio que se tiene por el ambiente. Los humedales ayudan a reducir el poder de los embates de huracanes y tormentas, pero Sandra Postel, experta en políticas de agua, escribió en The Christian Science Monitor que los humedales "casi no existían cuando el Katrina llegó", en parte porque "en 2003 el gobierno de Bush destripó la política de 'cero pérdida neta' en los humedales, algo iniciado en el gobierno de Bush padre".Las bajas producidas por Katrina son incalculables, especialmente entre los ciudadanos más pobres de la región, pero una cifra relevante es la tasa de pobreza en Nueva Orleáns, que es de 28 por ciento, más del doble de la tasa nacional. Durante el gobierno de Bush la tasa de pobreza está en aumento y la limitada red de seguridad de la beneficencia gubernamental sigue debilitándose. Los efectos son tan contundentes que inclusive la clase media de derecha se consternó por la escala de la devastación con sesgo de clase y raza.Mientras los medios mostraban las vívidas escenas de la miseria humana, las páginas interiores informaban que los líderes republicanos no perdieron tiempo en "usar las medidas de rescate emprendidas en la costa del golfo, destruida por el huracán, para obtener un vasto rango de políticas económicas y sociales conservadoras", informó The Wall Street Journal.Esas medidas, que promueven todo un programa, incluyen suspender las regulaciones que exigen que los contratistas federales paguen los salarios imperantes y que se proporcionen justificantes a los niños de escuela desplazados, otro golpe solapado al sistema de educación pública. También se incluye levantar las restricciones ambientales "que desechan los impuestos prediales por muerte en los estados afectados por tormentas" -muy importante para la población desplazada de las barriadas de Nueva Orleáns-, lo que, en general, hace evidente una vez más que el cinismo casi no tiene límites.Perdida en la inundación queda la preocupación por las necesidades de las ciudades y los servicios humanos. Toma preminencia el más amplio programa que busca la dominación global y las concentraciones locales de riqueza y poder.Las imágenes de los que sufren en Irak, y en la resaca del huracán Katrina, no podrían delinear las consecuencias más dramáticamente.