Buscar más información

Google
 

07 abril 2008

Los gringos tienen sed


César Lévano

Dos días antes de viajar a Europa, recibí un visitante insólito. Un suizo que durante 30 ­años trabajó en el Banco Mundial como economista y especialista en recursos acuáticos me obsequió su novela Implosion, "basada en hechos". Allí, bajo ropaje de ficción, se revelan planes del imperialismo y procesos en marcha para apoderarse de nuestros recursos.

Los proyectos sobre la Amazonía, así como los TLC, son el boceto de una ambición criminal y sin límites, alentada por gobernantes vendepatrias. De allí que la denuncia de Ollanta Humala sobre una invasión del ­ejército estadounidense me haya parecido, apenas llegado al Perú, un capítulo inédito de la novela de Peter Koenig, mi visitante suizo.

El libro, editado por iUniverse Books, contiene un pasaje alarmante respecto al problema del agua y al afán de Estados Unidos de apoderarse de ese recurso que le es escaso y que en este siglo será tan importante como el petróleo, o más.

El párrafo se refiere al Chaco Boreal paraguayo, región escasamente poblada e "ideal para maniobras militares". Allí opera la base estadounidense de Mariscal Estigarribia, que puede ­además actuar sobre la zona del petróleo y el gas de Bolivia.

La amenaza mayor es contra el acuífero del río Guaraní. "El sistema acuífero de agua fresca más grande del mundo", explica Koenig. "Es compartido por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Se extiende sobre un área de casi 1'200,000 kilómetros cuadrados, tiene un volumen de 40,000 kilómetros cúbicos y podría abastecer a toda la población del mundo durante 150 a 200 años con cien litros por persona cada día."

Los gringos no tienen frenos. Por ejemplo, cuando el Pentágono envió mil soldados a la base de Mariscal Estigarribia, en lugar de los 300 acordados entre Estados Unidos y Paraguay. Al principio, el ministro de Defensa paraguayo instó al presidente de la República a rechazar ese abuso. Después, ese mismo ministro ­obligó al primer mandatario a acceder. El embajador de EE. UU. profirió, entre tanto, amenazas y promesas.

En mi cacería bibliográfica parisiense adquirí el libro de Jacques Attali, Una breve historia del porvenir. Es la previsión científica de un hombre que tiene más de un pronóstico acertado. Aparte de precisar el fin del imperio estadounidense hacia el 2035, Attali escribe sobre el acuífero del Guaraní:

"El agua potable provocará, también ella, guerras cada vez más significativas… La tercera reserva subterránea de agua dulce del mundo, la napa del Guaraní, es disputada entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay".

Los gringos no se instalan en la selva de Paraguay (o del Perú) por amor al paisaje. Su presencia es siempre, siempre, con autorización o sin ella, preludio de despojo, sangre y miseria. También el acuífero amazónico está en la mira de Washington.

http://diariolaprimeraperu.com/online/indSeccion.php?IdSeccion=11

06 abril 2008

Presa de desesperación


César Hildebrandt


Melissa Patiño Hinostroza tiene 20 años y piensa que el mundo puede ser distinto. O sea que piensa que los pobres no tienen por qué ser eternos, que la neumonía no debería cundir en cada invierno de las callejuelas, que el doctor García podría ser menos ahijadito de Bush, Bush menos padrino de la mafia de Cheney, el dinero menos principal y la posibilidad de mirar las musarañas y no morir a manos de un microbusista, algo menos remoto de lo que es ahora.

En fin, Melissa Patiño tiene 20 años, estudia Administración de Empresas en San Marcos, escribe poesía, es miembro del grupo cultural "Círculo del sur", trabaja en la producción del programa radial "Todas las voces" (Radio Stereo Villa 101.7) y, representando justamente al director de ese programa, acudió al segundo encuentro de la Coordinadora Continental Bolivariana, que se realizó a puertas abiertas en Quito, Ecuador, con delegaciones juveniles del país anfitrión más Venezuela, Uruguay, Brasil, Perú, Argentina y Cuba.

De regreso al Perú, Melissa tomó un ómnibus puesto a disposición por los organizadores del evento. Al cruzar la frontera, en Aguas Verdes, fue detenida por la policía política peruana, esposada, fotografiada, grabada por las cámaras solícitas de la televisión y exhibida en la prensa como "una de las terroristas que estuvieron en una reunión en Quito, donde se tramó cómo sabotear las cumbres de jefes de Estado que está preparando el Perú".

Melissa Patiño no pertenece al MRTA ni simpatiza con ese grupo que, en efecto, confundió la rebeldía de los pueblos con el asesinato sectario. Tampoco, desde luego, tiene que ver con Sendero, la sucursal del difunto Khmer Rouge en el Perú. Es más, Melissa no tiene ejercicio partidario alguno y si en alguna juventud milita es en la suya, que apuesta por la cultura como agenciadora de mejores tiempos y en los recitales como pretexto para conocer a gente de palabra. Melissa no es una guerrillera pero tampoco cree que este sistema, que hiede a la legua, pertenece, como cree ahora el doctor García, a la esfera de lo sagrado. No, por supuesto.

Pero hay que ser tan obtuso como Alva Castro, tan brutalmente fascista como el jefe de esa policía que el Apra ha ensillado, para decir que en Quito, durante ­una cita tumultuosa de 800 personas, a tiro de cámaras de TV y periodistas de todo calibre, se complotó para arruinar de modo sangriento las cumbres que se llevarán a cabo en el Perú. Si así hubiese sido, el gobierno de Correa es el que habría tomado cartas en el asunto. No, general Octavio Salazar: que Alfaro viva, carajo, no tiene que ver en este ­asunto: en Quito hubo una reunión juvenil internacional donde se habló de la economía globalizada, del hambre también internacional, de las conjuras de Washington en relación a América Latina (a las que usted sirve sin saberlo), de las maquinarias represivas (de las que usted es emblema), de Bolívar y Martí (par de subversivos, oiga usted) y donde, en un momento dado, las FARC aprovecharon para lanzar un vídeo de Raúl Reyes, vídeo que resultó testamentario porque, días después, las fuerzas combinadas colombo-norteamericanas ­agujerearon su escondite invadiendo, precisamente, territorio del Ecuador, fíjese usted.

Decir que todos los que vieron un vídeo de Raúl Reyes están dispuestos a dinamitar los hoteles cinco estrellas de Lima cuando la Apec despliegue su agenda en Lima en medio de miles de policías encubiertos, eso es algo que sería sólo mostachudamente ridículo, como usted mi general, si Melissa Patiño no estuviese presa en Santa Mónica.

En la hipótesis negada de que Melissa tuviera alguna cercanía amistosa con gente que quiere hacer del MRTA un partido político, ¿qué diablos habría de punible en ­eso? Semanas después de su detención, la policía de los Alva Castro no ha mostrado una sola prueba que justifique la detención de Melissa o la de los otros seis peruanos detenidos en la frontera norte y tratados como si este fuera el reino del Chivo Trujillo.

Un puñado de escritores e intelectuales que no salen en los periódicos, que no quieren salir en los periódicos, hicieron un plantón pidiendo la libertad de Melissa Patiño. La policía que el Apra quiere ensuciar hasta donde sea posible, cargó contra los manifestantes y los aporreó. ¿Para esto nos liberamos de Fujimori, mientras Agustín Mantilla –esa mugre dizque de aprismo irrenunciable– recibía dinero de Montesinos en la salita del SIN?

Sorprende, además, el silencio de la "cultura oficial". ¿Dónde están los que hubiesen puesto el grito en el cielo (legítimamente) si algo como lo de Melissa Patiño hubiese sucedido en la Venezuela de Chávez o en la Cuba de Castro? ¿Debajo de qué camas tiemblan o sobre qué camas se distraen los que deberían decir algo en relación a este periodo de intolerancia que el Apra, con la ­anuencia de la prensa fenicia, está imponiendo?

¿Qué quiere el doctor García? ¿Imitar a Haya en sus volúmenes, en su viudedad doctrinaria y en su amor por las alianzas oscuras, pero terminar pareciéndose a ­Odría en su entendimiento de la democracia? ¿Haya y ­Odría en una sola persona? ¿La Coalición Apra-Uno hecha carne?

¿Y qué está pasando con la prensa peruana? Aparte del parricidio fáctico perpetrado por Gustavo Mohme Seminario, ¿qué otra cosa tendremos que lamentar?

¡Liberen a Melissa, manga de abusivos!


http://diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=13705

Presa de desesperación


César Hildebrandt

Melissa Patiño Hinostroza tiene 20 años y piensa que el mundo puede ser distinto. O sea que piensa que los pobres no tienen por qué ser eternos, que la neumonía no debería cundir en cada invierno de las callejuelas, que el doctor García podría ser menos ahijadito de Bush, Bush menos padrino de la mafia de Cheney, el dinero menos principal y la posibilidad de mirar las musarañas y no morir a manos de un microbusista, algo menos remoto de lo que es ahora.

En fin, Melissa Patiño tiene 20 años, estudia Administración de Empresas en San Marcos, escribe poesía, es miembro del grupo cultural "Círculo del sur", trabaja en la producción del programa radial "Todas las voces" (Radio Stereo Villa 101.7) y, representando justamente al director de ese programa, acudió al segundo encuentro de la Coordinadora Continental Bolivariana, que se realizó a puertas abiertas en Quito, Ecuador, con delegaciones juveniles del país anfitrión más Venezuela, Uruguay, Brasil, Perú, Argentina y Cuba.

De regreso al Perú, Melissa tomó un ómnibus puesto a disposición por los organizadores del evento. Al cruzar la frontera, en Aguas Verdes, fue detenida por la policía política peruana, esposada, fotografiada, grabada por las cámaras solícitas de la televisión y exhibida en la prensa como "una de las terroristas que estuvieron en una reunión en Quito, donde se tramó cómo sabotear las cumbres de jefes de Estado que está preparando el Perú".

Melissa Patiño no pertenece al MRTA ni simpatiza con ese grupo que, en efecto, confundió la rebeldía de los pueblos con el asesinato sectario. Tampoco, desde luego, tiene que ver con Sendero, la sucursal del difunto Khmer Rouge en el Perú. Es más, Melissa no tiene ejercicio partidario alguno y si en alguna juventud milita es en la suya, que apuesta por la cultura como agenciadora de mejores tiempos y en los recitales como pretexto para conocer a gente de palabra. Melissa no es una guerrillera pero tampoco cree que este sistema, que hiede a la legua, pertenece, como cree ahora el doctor García, a la esfera de lo sagrado. No, por supuesto.

Pero hay que ser tan obtuso como Alva Castro, tan brutalmente fascista como el jefe de esa policía que el Apra ha ensillado, para decir que en Quito, durante ­una cita tumultuosa de 800 personas, a tiro de cámaras de TV y periodistas de todo calibre, se complotó para arruinar de modo sangriento las cumbres que se llevarán a cabo en el Perú. Si así hubiese sido, el gobierno de Correa es el que habría tomado cartas en el asunto. No, general Octavio Salazar: que Alfaro viva, carajo, no tiene que ver en este ­asunto: en Quito hubo una reunión juvenil internacional donde se habló de la economía globalizada, del hambre también internacional, de las conjuras de Washington en relación a América Latina (a las que usted sirve sin saberlo), de las maquinarias represivas (de las que usted es emblema), de Bolívar y Martí (par de subversivos, oiga usted) y donde, en un momento dado, las FARC aprovecharon para lanzar un vídeo de Raúl Reyes, vídeo que resultó testamentario porque, días después, las fuerzas combinadas colombo-norteamericanas ­agujerearon su escondite invadiendo, precisamente, territorio del Ecuador, fíjese usted.

Decir que todos los que vieron un vídeo de Raúl Reyes están dispuestos a dinamitar los hoteles cinco estrellas de Lima cuando la Apec despliegue su agenda en Lima en medio de miles de policías encubiertos, eso es algo que sería sólo mostachudamente ridículo, como usted mi general, si Melissa Patiño no estuviese presa en Santa Mónica.

En la hipótesis negada de que Melissa tuviera alguna cercanía amistosa con gente que quiere hacer del MRTA un partido político, ¿qué diablos habría de punible en ­eso? Semanas después de su detención, la policía de los Alva Castro no ha mostrado una sola prueba que justifique la detención de Melissa o la de los otros seis peruanos detenidos en la frontera norte y tratados como si este fuera el reino del Chivo Trujillo.

Un puñado de escritores e intelectuales que no salen en los periódicos, que no quieren salir en los periódicos, hicieron un plantón pidiendo la libertad de Melissa Patiño. La policía que el Apra quiere ensuciar hasta donde sea posible, cargó contra los manifestantes y los aporreó. ¿Para esto nos liberamos de Fujimori, mientras Agustín Mantilla –esa mugre dizque de aprismo irrenunciable– recibía dinero de Montesinos en la salita del SIN?

Sorprende, además, el silencio de la "cultura oficial". ¿Dónde están los que hubiesen puesto el grito en el cielo (legítimamente) si algo como lo de Melissa Patiño hubiese sucedido en la Venezuela de Chávez o en la Cuba de Castro? ¿Debajo de qué camas tiemblan o sobre qué camas se distraen los que deberían decir algo en relación a este periodo de intolerancia que el Apra, con la ­anuencia de la prensa fenicia, está imponiendo?

¿Qué quiere el doctor García? ¿Imitar a Haya en sus volúmenes, en su viudedad doctrinaria y en su amor por las alianzas oscuras, pero terminar pareciéndose a ­Odría en su entendimiento de la democracia? ¿Haya y ­Odría en una sola persona? ¿La Coalición Apra-Uno hecha carne?

¿Y qué está pasando con la prensa peruana? Aparte del parricidio fáctico perpetrado por Gustavo Mohme Seminario, ¿qué otra cosa tendremos que lamentar?

¡Liberen a Melissa, manga de abusivos!


http://diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=13705