James Petras
Introducción
Entender, en el más amplio y profundo sentido, cómo funciona el sistema político usamericano, cómo se toman las decisiones acerca de la guerra o la paz, quién consigue determinadas cosas, cómo las consigue y por qué, requiere que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Quién manda en USA? Al abordar la cuestión acerca de los que gobiernan, necesitamos aclarar un gran número de malentendidos, especialmente la confusión que se produce entre aquellos que toman decisiones gubernamentales y los parámetros socioeconómicos institucionales que definen los intereses a los que se debe servir. La palabra “gobernar” es un término minucioso: define las normas que deben seguir aquellos que toman las decisiones políticas y administrativas en lo referente a la elaboración de gastos presupuestarios, impuestos, legislación laboral y social, políticas de comercio, asuntos militares y estratégicos acerca de la guerra y la paz. Las “normas” se establecen, modifican y ajustan según la composición específica de los sectores dirigentes de la clase dominante. Las normas cambian según los cambios que se producen dentro de la clase dominante. Los cambios de poder pueden reflejar las dinámicas internas de una economía o las posiciones cambiantes de sectores económicos dentro de la economía mundial, sobre todo el ascenso y ocaso de los competidores económicos.
Las normas impuestas por un sector económico de la clase dominante en un momento de condiciones favorables en la economía mundial, se pueden ver alteradas cuando aparecen nuevos sectores económicos dominantes y condiciones externas desfavorables debilitan a los anteriores sectores económicos dominantes. Como relataremos más abajo, el relativo y absoluto ocaso del sector manufacturero usamericano está directamente relacionado con el crecimiento de un “sector financiero” de múltiples dimensiones, así como con la creciente competitividad de otros países manufactureros. El resultado es un proceso acelerado de liberalización de la economía, favorecido por los sectores financieros en alza. La liberalización de la búsqueda de flujos de inversiones fuera de la ley, de las compras totales de acciones, de las adquisiciones y el comercio, incrementa el beneficio, las comisiones, ingresos y primas. La liberalización facilita la adquisición de activos por parte del sector financiero. La competitividad en declive del anterior sector manufacturero dominante, que dependía del proteccionismo estatal y de los subsidios, conduce a políticas de “retaguardia” que intentan poner de moda políticas poco prácticas que tratan de liberalizar en el extranjero y ser proteccionistas en casa.
Para responder a la pregunta “quién manda”, se debe especificar el momento histórico y el lugar que vive la economía mundial. La respuesta es complicada porque los cambios entre los sectores de la clase dominante implican un prolongado “período de transición”. Durante este período, tanto los sectores ascendentes como los que declinan se entremezclan y los miembros de la clase que declina se “convierten” al sector que está en alza. De ahí que, mientras el poder entre los sectores económicos cambia, las agrupaciones de clases dominantes no pierden ni descienden escalafones. Simplemente cambian sus inversiones y se adaptan a las nuevas y más lucrativas oportunidades creadas por el sector emergente.
Por ejemplo, mientras el sector manufacturero usamericano ha decaído a causa del “capital financiero”, muchas de las más grandes instituciones financieras se han pasado a los “sectores en crecimiento”. En concomitancia, los sectores convertidos de la clase dominante cambiarán sus políticas para una mayor liberalización, debilitando fuertemente así las demandas de retaguardia del nada competitivo sector manufacturero. Igualmente importantes dentro de los sectores en declive de la clase dominante, los drásticos cambios estructurales deben continuar, para recuperar provechosos rendimientos y mantener la influencia y el poder. El más destacado de estos cambios es el traslado de la producción al exterior para abaratar los salarios, abaratar los impuestos, establecerse en lugares en los que no existe el derecho a la sindicación, introducir las Nuevas Tecnologías de la Información para reducir los costes de mano de obra e incrementar la productividad y diversificar la actividad económica para incorporar lucrativos “servicios” financieros.
Por ejemplo, General Electric ha pasado de la manufactura a los servicios financieros, ha trasladado la actividad intensiva de la mano de obra al extranjero y ha informatizado las operaciones. A través de esto movimientos, la distinción entre “manufactura” y capital financiero se ha quedado obsoleta para describir a la clase dominante.
Han conseguido que los viejos capitalistas de la manufactura retengan algún tipo de poder político y económico en la clase dominante a través de la subcontratación en el extranjero, Asia y México (General Motors/Ford), la inversión en plantas en el extranjero para hacerse con mercados exteriores, o muchos de ellos han pasado a las operaciones comerciales de importación (zapatos, textiles, juguetes, chips para electrónica e informática).
A muchos de los empresarios de la manufactura locales que permanecen en la clase dominante los encontramos como contratistas militares viviendo de las rentas que generosamente les da el estado y dependiendo del apoyo político de los congresistas y de los sindicatos, ansiosos por asegurar el empleo de la empequeñecida clase obrera del sector manufacturero.
Durante este período de transición de cambios rápidos, que llegan a todos los ámbitos, en la clase dominante, se han desatado enormes oportunidades financieras por todo el mundo. Como resultado de las tensiones políticas dentro de la “clase gobernante”, se van elaborando tendencias políticas clave desde las más representativas instituciones de Wall Street. Las políticas económicas clave, especialmente aquellas que son más relevantes para la clase dominante, suelen ser aplastantes en las manos de líderes punteros y con experiencia de Wall Street.
Pese (o más bien, debido) al ascenso de varios sectores de capital financiero en la clase dominante y sus acuerdos en un gran número de políticas económicas “liberalizantes”, éstos no son homogéneos en todos sus puntos de vista políticos, ni en sus afiliaciones políticas, ni en su política exterior. La mayoría de estas diferencias políticas son cuestiones sin importancia –excepto sobre una materia donde se encuentra la mayor y más creciente desavenencia: Oriente Próximo-. Un sector de la clase dominante, fuertemente alineado con el Estado de Israel, apoya una política belicosa hacia los enemigos del estado judío (Irán, Siria, Hezbolá y Palestina), frente a otro sector de la clase dominante que quiere favorecer un acercamiento diplomático, que trata de asegurar lazos de unión más fuertes con las elites árabes y persas. Dado el cambio hacia una fuerte militarización de la política exterior de USA (debido sobre todo al ascenso de los ideólogos neoconservadores, la fuerte influencia del lobby sionista, y la inestabilidad y fallos de sus políticas en Oriente Próximo y China), la clase dominante ha presionado y se ha asegurado el control directo sobre la política económica exterior.
Las tensiones y conflictos dentro de la clase dominante –especialmente entre los “Sioncons” y los “libre mercaderes”- se han tapado gracias a los enormes beneficios económicos acumulados en todos los sectores. Todos los sectores financieros de la clase dominante se han enriquecido gracias a las políticas del Congreso y de la Casa Blanca. También todos ellos se han beneficiado del ascenso de los “regímenes liberales” de todo el mundo. Se han llevado los beneficios de la fase de expansión de la economía internacional. Mientras el sector financiero que gobierna, el sector inmobiliario y los sectores del comercio han sido los mayores beneficiarios, han sido los grupos financieros, particularmente los bancos de inversión, quienes han abierto camino y quienes han ofrecido el liderazgo político.
Mañana "El ascenso del capital financiero"