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06 febrero 2007

¿Quién manda en USA? - (2da parte)


James Petras

El ascenso del capital financiero

El capital financiero tiene muchas caras y no se puede entender sin hacer referencia a sectores específicos. Los bancos de inversión, fondos de pensiones, fondos de cobertura, bancos de ahorros y préstamos y fondos de inversión, son sólo unos pocos de los gestores operativos de una economía “multitrillonaria”. Además, cada uno de estos sectores cuenta con departamentos especializados involucrados en diversos tipos de actividades especulativo-financieras, entre las que se incluyen mercancías y divisas, comercio, adquisiciones en consultoría y gestión y fusiones. Aparte de ciertos casos de corrupción, asuntos judiciales, multas y encarcelamientos ocasionales, el sector financiero marca sus reglas, controla a sus reguladores y se ha asegurado la licencia para especular sobre todo, en cualquier lugar y todo el tiempo. Han creado una estructura o universo en el que se desarrollan todas las demás actividades económicas (manufacturas, venta al por menor y sector inmobiliario).
El “capital financiero” no es un sector aislado y no puede ser contrapuesto a la “economía productiva” excepto en la más marginal “actividad local”. En la mayoría de los casos, el capital financiero interactúa con y es la fuerza conductora necesaria en la especulación inmobiliaria, en los negocios agrarios, en la producción de mercancías y en la actividad manufacturera. En cierto modo, los “precios de mercado” están tan influenciados por la intervención de la especulación como lo están por la “oferta y la demanda”. Igualmente importante es que toda la arquitectura del “imperio del papel” (todo el complejo de inversiones financieras interrelacionadas) dependa en última instancia de la producción de mercancías y servicios. La estructura del poder y la riqueza toma la forma de un triángulo invertido en el que un gran ejército de trabajadores, campesinos y asalariados producen el valor que se convierte en la base de instrumentos financieros cercanos y remotos, simples y exóticos, lucrativos y especulativos. La transferencia de valor desde las actividades productivas de la mano de obra por las escaleras y ramas de los instrumentos financieros se realiza a través de varios vehículos: los dueños financieros directos de las empresas, créditos, aplazamientos de deuda, compras y fusiones.
La tendencia de los “capitalistas productivos” es la de levantar una empresa, innovar, explotar a los trabajadores, hacerse con los mercados y, después, venderla o “hacerla pública” (ofertar acciones de la empresa). El sector financiero actúa como un intermediario, gestor, representante del comprador y consultor, todo a la vez, que cobra generosos honorarios, expande sus imperios económicos y… prepara el camino para niveles superiores de adquisiciones y fusiones… El “capital financiero” es la comadrona de la concentración y centralización de la riqueza y el capital, así como el dueño directo de los medios de producción y distribución. Al exigir cada vez mayores “tributos” o “alquileres” (comisiones u honorarios) en cada una de las transacciones de capital a gran escala que realiza, el capital financiero se ha encaminado hacia la penetración y el control de una enorme variedad de actividades económicas, transfiriendo el capital a lo largo de las fronteras nacionales y sectoriales, obteniendo beneficios y participaciones de dumping según los negocios, el producto y el ciclo de ganancias.
Dentro de la clase dominante, la elite financiera es el miembro más parasitario y sobrepasa a los líderes de los negocios (CEO’s) y a los mejores emprendedores en riqueza y ganancias anuales. No alcanza los ingresos anuales y los activos de los emprendedores super ricos como William Gates y Michael Dell.
La clase financiera dominante está estratificada internamente en tres subgrupos: en lo alto encontramos a los grandes agentes financieros de capital privado y gestores de fondos de cobertura, seguidos de los presidentes de Wall Street, quienes sucesivamente están cerca del siguiente escalón de los socios de mayor antigüedad o los vice presidentes de grandes fondos de capital de inversión privados, a quienes siguen sus homólogos en los fondos de capital de inversión públicos de Wall Street. Los más importantes gestores y ejecutivos de fondos de cobertura han ganado 1 billón de dólares o más en un año –cantidad que es varias veces lo que los miembros del grupo de líderes de los negocios (CEO’s) ganaron en compañías de inversión que cotizan en bolsa-. Por ejemplo, en 2006, Lloyd Blankfein, líder empresarial de Goldman Sachs, ganó 53,4 millones de dólares, mientras que Dan Ochs, ejecutivo del fondo de cobertura Och-Ziff Capital, se pagó a sí mismo 220 millones de dólares. Ese mismo año, el alto ejecutivo de Morgan Stanley recibió 40 millones de dólares, mientras que al presidente del fondo de cobertura Citadel le pagaron alrededor de 300 millones de dólares.
Mientras los especuladores de los fondos de cobertura reciben los salarios anuales más elevados, los presidentes en empresas de capital privado pueden llegar a esas cantidades, que ascienden a cientos de millones, a través de transacciones de honorarios y dividendos especiales de sociedades de cartera. Esto es lo que sucedió en 2006, cuando las compras de acciones alcanzaron un récord de 710.000 millones de dólares. El dinero rápido, para los ejecutivos de capital privado, viene de la acumulación de intereses que éstos tienen en sus sociedades de cartera. Normalmente rozan el 20% de beneficios, que se hacen efectivos cuando un grupo vende o enumera sus sociedades de cartera. En ese momento, el salario asciende a cientos de millones de dólares.
Un subapartado de la clase dominante financiera está integrado por los “agentes financieros junior” de empresas de capital privado que cobran unos 500.000 dólares al año. En el último escalafón se encuentran los “agentes financieros junior” de las compañías de inversión que cotizan en bolsa (Wall Street) quienes ganan una media de 350.000 dólares en un año. La clase dominante financiera está constituida por estas elites multimillonarias de los fondos de cobertura, agentes financieros públicos y privados y sus socios en las grandes y prestigiosas firmas corporativas de asesoría legal y de contabilidad. Éstos, sucesivamente se vinculan con las autoridades del ámbito judicial y legislativo a través de nombramientos políticos y contribuciones económicas, y por su posición central en la economía nacional.
Dentro de la clase financiera dominante, los líderes políticos no suelen provenir del ámbito de los especuladores más ricos de los fondos de cobertura, ni mucho menos del ámbito de los “agentes financieros junior”. Los líderes políticos provienen de los bancos de capital público y privado, a saber Wall Street –especialmente Goldman Sachs, Blackstone, el Grupo Carlyle y otros-. Éstos se organizan y patrocinan tanto a la mayoría de partidos, como sus campañas electorales. Presionan, negocian y dibujan la legislación más favorable y comprensiva en lo referente a estrategias globales (liberalización y apertura) y políticas sectoriales (reducción de impuestos, presión del gobierno en países como China para “abrir” sus servicios financieros a la penetración extranjera, etcétera). Presionan a los gobiernos para que “ayuden” a las compañías especuladoras que se encuentran en bancarrota o han quebrado y para que ajusten el presupuesto reduciendo los gastos sociales en vez de aumentar los impuestos en los beneficios especulativos obtenidos de sus “ganancias inesperadas”.
Mañana: La danza de los millones: el capital financiero recoge los beneficios de su poder