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25 enero 2007

"Es realmente el patriarcado el problema, no el Islam"


Entrevista a Zainah Anwar, directora de la organización de mujeres islámicas Sisters in Islam

Zainah Anwar, de origen malasia, es la directora de una de las organizaciones de mujeres islámicas más importantes, Sisters in Islam. Gracias a sus palabras podemos entender, en esta entrevista, cómo la mujer musulmana se encuentra hoy entre dos desafíos: de un lado, contra el patriarcado en las sociedades islámicas tradicionales y, de otro lado, contra el estereotipo islamofóbico occidental que la identifica eternamente como oprimida.


Háblanos de la organización "Sisters in Islam". ¿De que se ocupa?

Básicamente es un grupo formado por mujeres que trabaja por los derechos de las mujeres en el marco del Islam. Estos derechos se basan sobre principios de igualdad, justicia, libertad y dignidad y no hay nada que contradiga la coexistencia de la religión con el pedido por los derechos de las mujeres. Para tener una visión más amplia de las actividades de la organización, os invito a visitar el portal Internet http://www.sistersinislam.org.my/
¿Crees que los problemas que sufren las mujeres dependan del Islam? ¿O sea, el Islam, en cuanto religión, es un problema?
Creo que el problema es, antes de todo, el patriarcado, no la religión, sino como el hombre ha preparado convenientemente el uso de la religión escondiéndose detrás de la infalibilidad de la palabra de Dios. Es entonces realmente el patriarcado el problema y no el Islam en sí mismo. No es la religión, sino el uso de la religión, a través de una mala interpretación, que justifica la discriminación.
¿Crees que la representación de la mujer musulmana en Occidente sea un retrato real?
El Occidente presenta a menudo a la mujer islámica sólo como oprimida, controlada, discriminada, pero no todas las mujeres son oprimidas, controladas, discriminadas en el mundo musulmán, sobre todo durante los últimos diez años. Son las mujeres musulmanas que han empezado a introducir nuevos desafíos dentro de la sociedad, desafiando las tradicionales políticas religiosas y el uso de la religión para fines discriminatorios. Son las mujeres, más que los hombres, que tienen el coraje de empujar las reformas en el Islam y en las sociedades islámicas.
¿Crees que la situación de algunas mujeres musulmanas puede ser utilizada como caballo de Troya, como instrumento, para criticar el Islam y los países islámicos?
Claro, y eso no es nada nuevo. Durante el periodo colonial pasaba lo mismo. Los colonialistas dicen siempre que están llegando para liberar a las mujeres, llevar la civilización, llevar justicia, cuando en sus propios países la mujer es discriminada. Mira lo que está pasando en Afganistán, las mujeres tienen todavía problemas enormes para conseguir sus propios derechos y el gobierno afgano está soportado por EEUU! Y los EEUU han ido a Afganistán, contándonos que una de sus motivaciones y razones era liberar a la mujer del burqa!
El Islam en Occidente, en Europa por ejemplo, está creciendo mucho. He oído decir que muchas veces las mujeres musulmanas, dentro del propio contexto islámico, sufren mayores problemas aquí que en sus propios países. ¿Eso es debido a la falta de un contexto social homogéneo y familiar?
Si, claro. Estamos hablando de la función de la Comunidad, que es muy consistente. Si vives en un país extranjero, no tienes tu familia estable, el cambio es muy consistente, estás en contacto con un ambiente diverso, una cultura extranjera, y está claro que puedes tener problemas. No tener al lado a los miembros de tu familia, los amigos de toda la vida, las personas de las cuales dependes, significa no poder acceder a una importante red de ayuda y está claro que faltando esa red y viviendo en una tierra extranjera, se vuelva todo más difícil.
En estas situaciones a veces se encuentra una interpretación todavía peor del Islam y de sus preceptos.
Si, y en este caso creo que si sos parte de una Comunidad minoritaria, de una identidad minoritaria, tendrías que hacer lo posible para preservar la unidad de la Comunidad, mostrar el placer de ser parte de ésta y no avergonzarte de la misma ante las otras Comunidades mayoritarias.
Durante el ultimo año se han ido creando muchas organizaciones de mujeres musulmanas, uno de los últimos ejemplos lo podemos encontrar en Italia, donde hace poco ha nacido el "Observatorio sobre Islam y Genero". Mujeres que piden de hablar con su propia voz y que ya no quieren ser el objeto de discusiones y debates demasiadas veces equivocados.
Veo como una cosa positiva el hecho que las mujeres islámicas se están organizando y creo que podría ser también un particular desafío en Occidente. ¿Quién habla por los musulmanes en Occidente? Muchas veces es el hombre, el hombre patriarca, el viejo hombre que habla por cuenta de la Comunidad, pero la Comunidad está compuesta por elementos de gran diversidad. Por supuesto ellos hablan por cuenta de la Comunidad, pero como si ésta fuera monolítica y muchas veces no representan los intereses de las mujeres musulmanas. He interactuado, en distintas oportunidades, con las Comunidades islámicas, sobre todo en Gran Bretaña, y allí también las mujeres se están organizando para lograr sus derechos, sus intereses. Son ellas mismas las que quieren representar sus propios intereses y no delegarlos en algún patriarca de la Comunidad. Hay también mujeres muy conservadoras en las Comunidades musulmanas occidentales. De todos modos, estas organizaciones son muy útiles y pueden además proveer una base y una ayuda a mujeres en dificultad y que tienen que hacer frente a diferentes problemas.
Pues, de un lado hay las sociedades patriarcales y conservadoras, del otro lado en cambio, en los países occidentales, tenemos una equivocada y superficial interpretación del Islam y de la mujer en el Islam. ¿Se puede decir que la mujer musulmana está sola?
Bueno, no, no diría que la mujer musulmana está sola. Es un proceso en el cual las mujeres se están levantando y están ganando terreno. Mira por ejemplo qué pasa en las universidades en los países islámicos, las mujeres son muchas más que los hombres, la situación está cambiando rápidamente, la realidad está cambiando y es por eso que ahora quieren hablar con su propia voz. Y hay una azote de parte de los tradicionales grupos islámicos conservadores contra su organización, porque saben que es un cambio real de la base. ¡Y lo temen! De verdad no creo que la mujer musulmana esté sola, al revés, las mujeres musulmanas se están levantando, organizando, están luchando por sus propios intereses y están en primera fila, más que los hombres, en la batalla por los cambios y las reformas en la sociedad. Es un gran desafío.
Según el ultimo informe de la ONU sobre el desarrollo humano en el mundo árabe, los problemas de la mujer y su propia condición, no dependen exclusivamente de la existencia de sociedades conservadoras o de una equivocada interpretación del Islam, sino muchas veces dependen de la existencia de conflictos, guerras, ocupaciones extranjeras, terrorismo, crisis económicas. ¿Que piensas?
Claro, es verdad, pero no es sólo la mujer, sino toda la Comunidad musulmana que sufre por causa de estas situaciones. Son problemas enormes y cuestiones reales que toda la población musulmana está intentando afrontar, buscando traer desarrollo, paz e igualdad. No hay duda que, en presencia de estas condiciones, las mujeres sufran las mayores consecuencias.
¿Que consejo puedes dar, que solución puedes proponer para que no se tenga una visión equivocada del Islam y una visión equivocada de la relación entre Islam y mujer?
Creo que los medios de comunicación juegan un papel fundamental en este sentido y sobre todo tendrían que mostrar la diversidad que compone la Comunidad musulmana. Hay muchos musulmanes, como yo, que no encajan absolutamente en los tópicos, en los estereotipos tradicionales retratados por los medios de comunicación occidentales. Además, hay que ser conscientes que las Comunidades musulmanas y las mujeres de estas comunidades se están organizando, están desafiando, se están levantando contra el patriarcado y contra el uso de la religión. Hay que saber que hay un creciente movimiento formado por mujeres que están desafiando los radicalismos y es muy importante entonces que los medios de comunicación muestren las diversidades de voces existentes en el mundo musulmán.

24 enero 2007

Reflexiones de Kapuscinski sobre el periodismo


El destacado escritor y reportero polaco Ryszard Kapuscinski ha fallecido en Varsovia, a los 74 años de edad. Considerado uno de los mejores reporteros del mundo, fue miembro de varios consejos editoriales y desde 1962 compaginó sus colaboraciones periodísticas con la actividad literaria.
Radio PRODEMU FM se suma al dolor por su irreparable pérdida y le rinde homenaje con el siguiente texto donde se recopila sus opiniones sobre el periodismo que tan ejemplarmente ejerció


Arturo Cano (Texto publicado el 11 de mayo de 2003, en el número 281 del suplemento dominical Masiosare, de La Jornada)-México)


La inspiración y el entusiasmo, decía el maestro de periodistas, son un fuego que el tiempo apaga. El periodista debe prepararse para ello. Ser curioso. Interesarse en las cosas. Leer, leer y leer.
Con el pretexto del premio Príncipe de Asturias –que le ha sido otorgado recientemente junto con el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez– publicamos algunas reflexiones del legendario periodista polaco sobre un oficio que ha ejercido como pocos
Muchas veces, el joven reportero Ryszard Kapuscinski, "esclavo" de una agencia de noticias, no pudo elegir el lugar desde el cual contar el mundo. El viejo maestro Kapucinski –con su facha de médico de pueblo, amable y bonachón, incómodo con la corbata y sin embargo formal– ya decide dónde quiere echar a andar su curiosidad.
Sentado a la mesa con algunos periodistas y estudiantes convocados por José Carreño Carlón, Ricardo –así conviene que se le llame cuando está en México– explica sin ningún asomo de petulancia: "Decidí que si iba a impartir otro taller sería donde yo decidiera". Y Ricardo decidió que sería en Argentina, país que le ha dado amigos pero que le faltaba escudriñar con esa su mirada del "mejor reportero del siglo XX".
Antes de viajar a Argentina, en septiembre de 2002, pasó por México, en su segunda visita en menos de un año, luego de 23 de no pisar estas tierras.
En octubre de 2001 estuvo en un taller organizado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Universidad Iberoamericana. La versión libre de sus palabras que se ofrece a los lectores de Masiosare –salpicada de algún diálogo– proviene del citado taller y de una comida realizada durante su segunda visita.
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–¿Qué canción recuerdas, Ricardo?
–Paloma Negra, con Lola Beltrán (a quien conoció). Y esta otra de cutu...
–Cucurrucucú paloma...
–Esa.
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En la guerra, la única manera que tiene un reportero de saber si lo que le dicen es cierto es ir directamente al lugar de los hechos. Muchas veces me informaban que tal o cual lugar había sido tomado, ya por la fuerzas del gobierno, ya por los guerrilleros. Casi siempre sucedía lo contrario.
Si se hubiera creído en los reportes oficiales, Israel hubiera perdido tres veces su ejército y Egipto cinco veces el suyo durante la guerra de 1967.
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(Sobre Ruanda) Mandaban a periodistas a lugares que ni siquiera sabían dónde estaban. Era, con todo, una guerra "muy racional", era por la tierra, una guerra de agricultores versus ganaderos en un pequeño país.
Era un conflicto de la economía real, por la supervivencia. Y llegaron los corresponsales de todo el mundo para decir de los habitantes: ‘esos negros locos irracionales, que son tontos, que son idiotas’.
Todo para mostrar que Africa es tierra de tontos, tierra de idiotas. No sabían dónde estaban. Y lo primero que hacían era usar sus teléfonos celulares.
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Para entender algo hay que entrar en otra cultura. Nunca es posible al 100%, pero hay que intentarlo. Para captar esa otredad hay que estar abierto, dispuesto.
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(En el periodismo) no hay reglas de hierro. Son algo elástico.
Se mezclan en la decisión la ética y el sabor nuestro (cómo lo sentimos).
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–¿El periodista inevitablemente se vuelve cínico?
–No creo. Lo que pasa es que a nuestro oficio entra gente que ya es cínica de por sí, gente que entra por motivos de dinero, de carrera, que no tiene nada que ver con nuestra vocación. Nuestra profesión nos hace cada vez más sensibles y vulnerables.
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Es importante tener el sentido de no saber. Es una cosa natural en un mundo cada vez más complicado, más nuevo.
Si el texto tiene preguntas no es malo. El lector contemporáneo también vive en un mundo complicado.
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Los reporteros somos cazadores furtivos de otros campos, tenemos que sacar las cosas de otras ramas, de la sociología, la historia, la antropología... Tenemos que lograr que el lector sienta que el autor tiene una formación profunda.
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Inspiración, entusiasmo, es un fuego que con el tiempo se apaga. Si no estamos preparados para ese momento nos podemos perder. Hay que prepararse para ese momento ya. Leer, leer, leer. Interesarse.
Muchos amigos que para mí eran los dioses de la profesión desaparecieron, nadie sabe dónde están. Ellos no se desarrollaban por sí mismos, no leían, no participaban en discusiones, pensaban que todo lo tenían en sí mismos.
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Si los periodistas nos limitamos a nuestros deberes cotidianos estamos perdidos.
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Como representantes de esa nueva rama de la literatura (el periodismo) tenemos dos grandes enemigos: 1) Los escritores de ficción que no quieren admitir a los reporteros en su casa; 2) Los ‘periodistas puros’, la gente que mueve todo el mundo de los medios, pero que por varias razones no tienen esta gana de hacer algo que no sea pura noticia, pura información. Son los que tratan el periodismo simplemente como una manera de ganarse la vida o pasan con la edad a ser funcionarios o empresarios.
Claro, no todo el periodismo es literatura. El primer criterio es la calidad del texto.
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El periodismo es una profesión muy paradójica. El reportero es un solitario, que siempre está en contacto con gente nueva, en lugares nuevos y por otro lado siempre depende de los demás.
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Al reportear, el primer contacto siempre es importante; 15 minutos de nuestro comportamiento definen qué vamos a hacer. El primer contacto tiene que ser de una relación muy intensa.
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El comportamiento del reportero tiene que ser sencillo, sincero y humilde. La gente es muy susceptible ante la arrogancia. Nuestro interlocutor es primero un ser humano, no es nuestro tema, es alguien que tiene su propio mundo.
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Estoy contra las entrevistas agresivas. Prefiero que se cree una situación de confianza, quiero escucharlo si él quiere decirme.
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Nuestro oficio está lleno de misterios frente a los cuales no tenemos respuesta. Siempre empezamos de nuevo. Siempre estamos en una situación de aprendizaje. No hay maestros.
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La fuerza del texto está en la tensión entre lo que está escrito y lo que no (como una cantante de ópera, a quien apreciamos porque sabemos que siempre su potencial es mayor).
En cierto sentido lo que no se escribe es tan importante como lo que se escribe. Cada texto es una composición, una creación.
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Para escribir Ebano tenía una biblioteca de 220 libros... y una experiencia de 40 años.
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Los poderosos nunca me interesaron mucho. Es un tipo de gente que no te puede decir nada interesante, sólo te dice cosas burocráticas.
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Los reporteros somos un grupo muy especial, gente que dedica su tiempo, atención, ambiciones, a cumplir con las exigencias de nuestro oficio.
Es un trabajo que requiere seriedad, concentración y reflexión permanente.
Con el tiempo se puede aspirar a pertenecer a cierta aristocracia, pero este trabajo no da dinero.
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¿Un buen reportaje? Se puede escribir máximo uno por mes y eso es muy poco dinero. Hacer dinero sólo es posible al costo de la calidad.
La experiencia es que ganan quienes prefieren su trabajo sin dinero, los que prefieren hacer su lector.
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Para citar entre comillas casi se necesita que sean frases geniales. Uno siempre es mejor narrador que el entrevistado.
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(La grabadora) es un instrumento que requiere mucho cuidado. Frente a la grabadora la gente del pueblo trata de hablar de una manera muy oficial, no es un lenguaje natural. Prácticamente perdemos contacto con este ser natural.
Cuando un periodista usa demasiado la grabadora no se concentra en lo que el otro dice. Cuando se desgraba resulta que 90% es basura. Escuchando, selecciona las cosas más importantes. Con la grabadora sentimos que no necesitamos este trabajo.
–Que no necesitamos cerebro– completa Gabriel García Márquez.
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Muchas veces me limitaba en mis descripciones porque el lector iba a decir ‘eso no es posible’, por eso omitía cosas horribles. No es más que realidad pero es menos que la realidad, que es mucho más terrible... El silencio dice más a veces. No es ocultar. Es expresar lo mismo mediante otro recurso, a través de una atmósfera que expresa todo el horror.
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La agencia es una fábrica de esclavos. No hay ninguna libertad, el manejo del idioma es muy pobre. Por eso empecé a escribir los libros. Los despachos de la agencia eran de 600 u 800 palabras, con un lenguaje oficial.
Cada libro mío es en realidad el segundo tomo de un primero que no existe: las notas que escribí para la agencia.
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En alguna ocasión sólo tenía 100 dólares y tuve que escribir sobre un golpe de Estado. El télex costaba 50 centavos por palabra. Dónde, qué fuerzas, qué pasó, todo lo tuve que escribir en 200 palabras.
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En la agencia trabajaba como loco. Tenía que pagar ese precio para escribir mis reportajes. Estaba conciente de que así era.
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El reportero tiene que moverse con mucha concentración. Tratar de memorizar todo. Pensar: ‘Posiblemente este es el único momento de mi vida en que voy a encontrarme con este hombre, con esta mujer, el único momento en que estoy aquí’. Por eso hay que ser muy intenso.
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La tradición periodística anglosajona se funda en la ‘objetividad’. En cambio, en la escuela europea, el periodista es alguien que toma parte.
En la tradición anglosajona se concibe al periodismo como el ‘otro poder’ y esa es la razón por la que no puede tomar parte. De ahí la diferenciación, en el periodismo norteamericano, entre el reportero y el columnista.
En Europa esa diferencia no existe, porque la europea nació como una prensa partidista. Y la posición que asume se dice claramente, no se esconde nada: el periodista tiene que tomar parte y ser activo miembro de su sociedad.
La prensa anglosajona, por supuesto, también toma partido, pero no lo hace abiertamente, lo esconde.
En América Latina, los dueños de los grandes medios van por el lado del periodismo objetivo, porque con eso no se critica, no se expresa ningún desacuerdo con las políticas oficiales.
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Todo septiembre (de 2002) estuve en Nueva York. Me sorprendió ver la enorme unanimidad de los grandes medios estadunidenses; me recordó los tiempos en que el Comité Central del PCUS controlaba toda la información.
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Paradójicamente, leemos muy poco. Por eso nos critican muy a menudo, porque escribimos o ‘sabemos’ sobre todo. Un día de agricultura, otro de guerra, otro de deportes. Es preciso tratar de especializarse en algo por dos razones: para tener su grupo de lectores o construir su grupo de fieles lectores. Pero más importante: en el mundo de hoy hay montones de libros sobre cualquier tema. Es muy difícil encontrar algún tema nuevo. Es una civilización que llegó a sus límites en muchos sentidos.
Hay que saber lo que ya está escrito. Si queremos algo nuestro, tenemos que empezar con lecturas.
Si escribimos es para decir algo realmente nuevo y de una manera distinta a otros autores.
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Si se escribe todo lo que se sabe el resultado será muy malo, muy flaco. Se debe escribir 5% de lo que se sabe.
Para escribir El Imperio usé 5% de lo que sabía.
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Un libro se escribe en tres planos:
1) Queda en la mente pero necesita tiempo para madurar.
2) Empezamos a pensar más concretamente sobre el tema. En mi caso: leer mucho, buscar testigos. También puede llevar años.
3) Escribir. Muy concreto, en mi caso. De mucha concentración y sin hacer pausas. Lo más importante es encontrar el buen ritmo. Una vez encontrado, el ritmo se hace como las olas del mar.
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Al escribir la primera página (del texto que se convertiría en El Emperador) me di cuenta de que ese reportaje ya lo había escrito muchas veces. Tengo que decir esto de otro modo. No sabía qué hacer. Pasaron dos meses sin que pudiera hacer nada. El jefe de redacción me perseguía porque se acercaba la Navidad y ellos querían publicar el reportaje en una de sus ediciones especiales de esas fechas. Entré en una depresión, casi de suicidio, estaba muy desesperado.
Cuando estoy en esa situación, tratando de entender, paso de un libro a otro, pero nada.
Tengo una costumbre: cuando no sé cómo comenzar un libro trato de escoger la sentencia más sencilla que se pueda imaginar, como de libro para niños (a la manera de ‘Alicia tiene un gato’).
Un día de repente recordé que vi al emperador en varias ocasiones con un pequeño perro siempre en su regazo. Y escribí la primera sentencia: "Ese era un perro de raza japonesa. Se llamaba Lu."
Cuando escribí esa frase pensé que tenía el libro.
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Del montón de notas saqué solamente las que cabían en mi libro. Mis notas políticas, económicas y militares perdieron todo sentido y valor. Y con estos cortos relatos construí este cuadro. El libro (El Emperador), claro, es construcción mía, pero las voces son auténticas.
***
Cada semana entregué un pedazo (del texto que se convertiría en el libro El Emperador). Y ahí felizmente comenzó el problema. Todos estaban sorprendidos porque esperaban un reportaje ‘clásico’ y de repente apareció el perro de Haile Selassie y estaban muy insatisfechos. A la segunda semana el editor me preguntó: ‘¿Cuándo empieza a escribir el reportaje?’
Pero algunos empezaron a entender: poder, dictadura... y comenzaron las llamadas del Comité Central: ‘¿Qué están publicando?’
La gente lo leyó como un retrato de la elite gobernante polaca. El Emperador se agotó en una noche.
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Kapuscinski escribe a mano. Aunque de su pluma han salido más de 20 libros dice: Escribo muy poco. Frase que pongo en el papel ya no se cambia, así va a la imprenta.(Texto publicado el 11 de mayo de 2003, en el número 281 del suplemento dominical Masiosare, de La Jornada)

23 enero 2007

Banalidad y mentiras descaradas


Como aborda la sociedad estadounidense la situación de Oriente Medio

Robert Fisk (The Independent)

Yo lo llamo el efecto Alicia en el País de las Maravillas. Cada vez que estoy de gira por Estados Unidos, miro a través del espejo a una región lejana en la que vivo y trabajo para The Independent ­el Medio Oriente­ y veo un paisaje que no reconozco; una tragedia distante que, aquí en Estados Unidos, se convierte en una farsa de hipocresía, banalidad y mentiras descaradas. ¿Soy el gato de Cheshire? ¿O el sombrero loco?
Compré el nuevo libro de Jimmy Carter titulado Palestina: Paz, no Apartheid , en el aeropuerto de San Francisco y lo leí en un día. Es una obra satisfactoria y sólida elaborada por el único presidente estadunidense cercano a la santidad. Carter describe el atroz trato que se ha dado palestinos, la ocupación israelí, la apropiación de las tierras palestinas por parte de los israelíes, la brutalidad con que se trata a esta población sometida y despojada, y habla de lo que él llama "un sistema de apartheid , con dos pueblos ocupando la misma tierra pero completamente separadas una de otra, donde los israelíes imponen su dominación y violencia mientras niegan a los palestinos los derechos humanos básicos".
Carter cita a un israelí que le dijo: "Temo que nos estemos trasladando hacia un gobierno como el de Sudáfrica, con una sociedad dual de gobernantes judíos y súbditos árabes con escasos derechos de ciudadanía...". Una modificación a esta fórmula que se ha propuesto, pero que Carter considera inaceptable es que "amplias partes del territorio ocupado, y los palestinos, sean completamente rodeados de muros, rejas y puestos de control, viviendo como prisioneros en las pequeñas áreas que se les dejaron".
Huelga decir que la prensa y televisión estadunidenses ignoraron la aparición de este libro eminentemente razonable, hasta que los ya conocidos cabildos israelíes comenzaron a gritar insultos contra el pobre y viejo Jimmy Carter, a pesar de que él es el arquitecto del más duradero tratado de paz entre Israel y un vecino árabe ­Egipto­ y que se logró gracias a los famosos acuerdos de Campo David de 1978.
El diario The New York Times ("Todas las noticias que caben" jo, jo) se sintió en la libertad de decir a sus lectores que Carter despertó "furor entre los judíos" por usar la palabra apartheid . El ex mandatario respondió de manera mesurada (y correcta), que el lobby israelí ha producido, en todas las redacciones de medios de Estados Unidos, una "reticencia a criticar al gobierno de Israel".
Un ejemplo del lodo que se arrojó contra Carter fue el comentario de Michael Kinsley, del New York Times (desde luego), quien señaló que el ex presidente "está comparando a Israel con antiguo gobierno blanco racista de Sudáfrica". Esto fue seguido por un malintencionado comentario de Abe Foxman, de la Liga Antidifamación, quien afirmó que la razón que por la que Carter escribió este libro "es esa cínica y vergonzosa mentira de que los judíos controlan el debate en este país, principalmente en los medios. Lo que hace que esto sea tan serio es que no lo escribió cualquier experto o un analista más. El es un ex presidente de Estados Unidos".
Bueno, es claro, precisamente ese es el punto ¿no? Esto no es un estudio hecho por profesor de Harvard sobre el poder de un lobby. Es la apreciación de un hombre honesto y honorable que ha sido amigo tanto de Israel como de los árabes y que además resulta ser un muy buen estadista. Por esto el libro de Carter es ahora un best seller y aquí quiero aplaudir, de paso, al gran público estadunidese que compró el libro en vez de creerle a Foxman.
Y en este contexto, me pregunto por qué el New York Times y los otros cobardes periódicos del mainstream en Estados Unidos olvidaron mencionar la cálida relación que tenía Israel con el muy racista régimen del apartheid en Sudáfrica y que se supone que Carter no debe mencionar en el libro. ¿No tenía Israel un lucrativo comercio de diamantes con la sancionada y racista Sudáfrica? ¿No tenía Israel una fructífera y profunda relación militar con el régimen racista? ¿Acaso estoy soñando, como si estuviera ante el espejo de Alicia, cuando recuerdo que en abril de 1976, el primer ministro John Vorster de Sudáfrica, uno de lo arquitectos de este vil y nazista sistema de apartheid , visitó Israel y fue honrado con una recepción oficial por el primer ministro israelí Menachem Begin, el héroe de guerra, Moshe Dayan, y el futuro premio Nobel de la Paz, Yitzhak Rabin?
Todo esto, desde luego, no fue parte del Gran Debate Americano en torno al libro de Carter.
En el aeropuerto de Detroit adquirí un libro aún más breve, El Reporte del Grupo de Estudios Baker Hamilton sobre Irak , que en realidad no estudia para nada la situación en la nación árabe, sino que ofrece varias formas desalentadoras para que George W. Bush pueda huir del desastre manchándose la camisa de sangre lo menos posible. Tras conversar con los iraquíes de la zona verde de Bagdad ­la zona de los sueños sería un nombre más adecuado­ se obtuvieron algunas sugerencias valiosas (que, como era de esperar, fueron rechazadas por los israelíes): la reanudación de conversaciones de paz serias entre israelíes y palestinos, una retirada israelí de la meseta del Golan, etcétera. Pero todo está escrito en la misma tesitura fastidiada de los think-tanks de derecha. De hecho, se usa en el mismo lenguaje de la desacreditada Institución Brookings y de mi viejo amigo, el mesiánico columnista del New York Times , Tom Friedman: todo el discurso está lleno de agujeros y profecías de que "el tiempo se está acabando".
Descubrí que la clave de toda esta tontería viene al final del reporte donde hay una lista de "expertos" consultados por Baker y Hamilton. Muchos de ellos son pilares de la Institución Brookings y figura también Thomas Friedman, del New York Times .
Pero para absurdos, nada supera al debate posterior a la difusión del informe Baker que se suscitó entre los personajes grandiosos y magnánimos que arrastraron a Estados Unidos a esta catástrofe. El general Peter Pace, el muy peculiar presidente de los jefes de staff , aseguró que en la guerra de Estados Unidos en Irak, "no estamos ganando pero no estamos perdiendo". El nuevo secretario de Defensa de Bush, Robert Gates, dijo coincidir con Pace en el sentido de que "no estamos ganando pero no estamos perdiendo". El mismo Baker saltó a la piscina del sin sentido al aseverar: "No creo que pueda decirse que estamos perdiendo. Pero por la misma razón (sic) no estoy seguro de que estemos ganando". Llegado a este punto, Bush proclamó ­sí­ "no estamos ganando, no estamos perdiendo". Qué pena por los iraquíes.
Sopesé esta locura mientras mi avión atravesaba turbulencias cuando volaba por encima de Colorado. Entonces repentinamente comprendí que el marcador final de este round único de la guerra en Irak entre Estados Unidos y las fuerzas del mal ¡es un empate!
© The Independent