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Hace sólo un siglo, la gran mayoría de la población mundial vivía en áreas rurales -en 1900 sólo un 10 por ciento de la población habitaba las ciudades-, pero en algún momento del próximo año esta situación se revertirá y serán más los que habiten las urbes que los pueblos. Así lo refleja el informe «Estado del Mundo 2007: Nuestro futuro urbano», elaborado por el Instituto Worldwatch.
En 2005, el 49 por ciento de la población mundial vivía en ciudades, pero por primera vez en la historia el año próximo será el año de los urbanitas. Y es que más de 60 millones de personas -aproximadamente la población de Francia- se añaden cada año a las crecientes ciudades y a sus suburbios, la gran mayoría en asentamientos urbanos de bajos ingresos en los países en desarrollo.
Más pobreza urbana
De los 3.000 millones de habitantes urbanos que hay ahora en el planeta -la mitad del total-, un tercio viven en suburbios, definidos en el estudio como áreas donde no están aseguradas necesidades básicas como agua potable, saneamiento y casas duraderas. Y el Instituto Worldwatch advierte de que si no se reasignan las prioridades de desarrollo global que frenen la masiva pobreza urbana, más de la mitad de los 1.100 millones de personas que se prevé pasen a engrosar la población del planeta en 2030 vivirán en esas condiciones. Esto es, 1.500 millones de personas viviendo en la pobreza, sólo en las ciudades, lo que representa más del 20 por ciento de la población mundial para ese año.
Esta urbanización caótica, falta de planificación, deja una huella profunda en la salud humana y en la calidad del medio ambiente, contribuyendo a la inestabilidad social, ecológica y económica en muchos países. Se estima que 1,6 millones de residentes urbanos mueren cada año por la falta de agua potable y saneamiento.
«Para un niño que vive en uno de estos suburbios, las enfermedades y la violencia son amenazas a las que se enfrentan a diario, mientras que la educación y la atención sanitaria son a menudo una esperanza lejana», dice Molly O´Meara Sheehan, directora del informe Estado del Mundo 2007. «Los políticos tienen que frenar la urbanización de la pobreza aumentando las inversiones en educación, salud e infraestructuras». Desde 1970 a 2000, la ayuda a las ciudades en todo el mundo se estimaba en 60.000 millones de dólares, el 4 por ciento de la ayuda total al desarrollo.
Esta cuestión preocupa aún más si cabe en los países en desarrollo. Tanto es así que la Comisión para África ha identificado la urbanización como el segundo gran desafío, después del sida, al que se enfrenta el continente que más rápidamente se está urbanizando. Sólo alrededor del 35 por ciento de la población africana es urbana, pero se prevé que esta cifra alcance el 50 por ciento en 2030.
Aliviar la crisis climática
Pero además de la pobreza, las ciudades van de la mano con otros aspectos negativos. Así, mientras las urbes sólo cubren el 0,4 por ciento de la superficie de la Tierra, en ellas se generan el grueso de las emisiones de dióxido de carbono del mundo, haciendo de las urbes un elemento clave para aliviar la crisis climática en la que está sumida el planeta.
Ciudades alrededor de todo el mundo han empezado a tomarse en serio el cambio climático, muchas en respuesta a las amenazas directas a las que se enfrentan. De las 33 ciudades que se prevé tengan al menos 8 millones de residentes en 2015, 21 son ciudades costeras que tendrán que luchar contra el aumento del nivel del mar derivado del calentamiento global.
Incluso en el país más contaminante, Estados Unidos, más de 300 ciudades -donde viven 51 millones de americanos- se han unido al Acuerdo de Protección del Clima, comprometiéndose a reducir sus emisiones y presionando a la Administración Bush para que apruebe reducciones a escala nacional. Chicago, por ejemplo, se ha comprometido a que un 20 por ciento de la electricidad consumida por su población proceda de energías renovables en 2010, y espera convertirse en la ciudad norteamericana «más amiga» del medio ambiente. Para no quedarse atrás, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció recientemente planes para que su ciudad sea líder en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
El informe ofrece ejemplos de otras ciudades, en países menos favorecidos, que están poniendo en práctica medidas innovadoras para problemas ambientales. Así, en Bogotá (Colombia) se ha instalado un Metro en superficie, siguiendo el ejemplo de la ciudad brasileña de Curitiba; y en Rizhao (China), las farolas y los semáforos funcionan con energía solar.
En 2005, el 49 por ciento de la población mundial vivía en ciudades, pero por primera vez en la historia el año próximo será el año de los urbanitas. Y es que más de 60 millones de personas -aproximadamente la población de Francia- se añaden cada año a las crecientes ciudades y a sus suburbios, la gran mayoría en asentamientos urbanos de bajos ingresos en los países en desarrollo.
Más pobreza urbana
De los 3.000 millones de habitantes urbanos que hay ahora en el planeta -la mitad del total-, un tercio viven en suburbios, definidos en el estudio como áreas donde no están aseguradas necesidades básicas como agua potable, saneamiento y casas duraderas. Y el Instituto Worldwatch advierte de que si no se reasignan las prioridades de desarrollo global que frenen la masiva pobreza urbana, más de la mitad de los 1.100 millones de personas que se prevé pasen a engrosar la población del planeta en 2030 vivirán en esas condiciones. Esto es, 1.500 millones de personas viviendo en la pobreza, sólo en las ciudades, lo que representa más del 20 por ciento de la población mundial para ese año.
Esta urbanización caótica, falta de planificación, deja una huella profunda en la salud humana y en la calidad del medio ambiente, contribuyendo a la inestabilidad social, ecológica y económica en muchos países. Se estima que 1,6 millones de residentes urbanos mueren cada año por la falta de agua potable y saneamiento.
«Para un niño que vive en uno de estos suburbios, las enfermedades y la violencia son amenazas a las que se enfrentan a diario, mientras que la educación y la atención sanitaria son a menudo una esperanza lejana», dice Molly O´Meara Sheehan, directora del informe Estado del Mundo 2007. «Los políticos tienen que frenar la urbanización de la pobreza aumentando las inversiones en educación, salud e infraestructuras». Desde 1970 a 2000, la ayuda a las ciudades en todo el mundo se estimaba en 60.000 millones de dólares, el 4 por ciento de la ayuda total al desarrollo.
Esta cuestión preocupa aún más si cabe en los países en desarrollo. Tanto es así que la Comisión para África ha identificado la urbanización como el segundo gran desafío, después del sida, al que se enfrenta el continente que más rápidamente se está urbanizando. Sólo alrededor del 35 por ciento de la población africana es urbana, pero se prevé que esta cifra alcance el 50 por ciento en 2030.
Aliviar la crisis climática
Pero además de la pobreza, las ciudades van de la mano con otros aspectos negativos. Así, mientras las urbes sólo cubren el 0,4 por ciento de la superficie de la Tierra, en ellas se generan el grueso de las emisiones de dióxido de carbono del mundo, haciendo de las urbes un elemento clave para aliviar la crisis climática en la que está sumida el planeta.
Ciudades alrededor de todo el mundo han empezado a tomarse en serio el cambio climático, muchas en respuesta a las amenazas directas a las que se enfrentan. De las 33 ciudades que se prevé tengan al menos 8 millones de residentes en 2015, 21 son ciudades costeras que tendrán que luchar contra el aumento del nivel del mar derivado del calentamiento global.
Incluso en el país más contaminante, Estados Unidos, más de 300 ciudades -donde viven 51 millones de americanos- se han unido al Acuerdo de Protección del Clima, comprometiéndose a reducir sus emisiones y presionando a la Administración Bush para que apruebe reducciones a escala nacional. Chicago, por ejemplo, se ha comprometido a que un 20 por ciento de la electricidad consumida por su población proceda de energías renovables en 2010, y espera convertirse en la ciudad norteamericana «más amiga» del medio ambiente. Para no quedarse atrás, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció recientemente planes para que su ciudad sea líder en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
El informe ofrece ejemplos de otras ciudades, en países menos favorecidos, que están poniendo en práctica medidas innovadoras para problemas ambientales. Así, en Bogotá (Colombia) se ha instalado un Metro en superficie, siguiendo el ejemplo de la ciudad brasileña de Curitiba; y en Rizhao (China), las farolas y los semáforos funcionan con energía solar.
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