EL TIEMPO (Colombia)
Se trata de las cancilleres de Colombia, María Consuelo Araújo, y del Ecuador, María Fernanda Espinosa, que se estrenará en el cargo el 15 de enero con un lío que crece cada día entre los dos países.
Las dos jóvenes mujeres, con mucho en común, tendrán esa misión el año entrante, y tal vez por mucho tiempo. La crisis comenzó por cuenta de la decisión del Gobierno de Colombia de fumigar con glifosato los cultivos ilícitos en la franja de frontera.
Esta semana las denuncias de la Policía Nacional sobre la presencia de cultivos ilícitos en Ecuador y la calificación de "torpe" que hizo Rafael Correa, presidente electo de ese país, de la política colombiana de aspersión sirvieron para prender más la hoguera.
Correa, un hombre de izquierda, dejó claro que su posición se endurecerá frente a Colombia mientras que Uribe demostró que no dará marcha atrás. Y ese tono, sin que Correa se haya siquiera posesionado, augura una relación complicada y un reto aún mayor para Araújo y Espinosa.
Caminos paralelos
Las dos han recorrido caminos paralelos los cuales seguramente jugarán un papel clave en su relación. Son de confianza total de su respectivo presidente y pueden ser vistas como sus "consentidas".
Además, entraron al círculo presidencial de manera similar. Uribe no conocía a Araújo pero por sus logros en la administración de Bogotá se la llevó en el 2002 al Ministerio de Cultura. Allí ella se ganó su confianza y tras la crisis por la renuncia del ex presidente Pastrana a la embajada en Washington, él la nombró en la Cancillería.
Por su parte, Espinosa, pese a que se vinculó al movimiento Alianza País (AP) en la segunda fase de la campaña presidencial, era conocida de vieja data de los principales asesores de Correa por su recorrido académico y se ganó en muy corto tiempo la confianza de líder. Hoy es su principal asesora en asuntos ambientales, su especialidad, y claro internacionales también. Sus conocimientos, agilidad mental y la empatía entre sus tesis fueron la clave para que la relación cuajara.
Pero hay más coincidencias. Son amantes de la cultura: Espinosa es poetiza premiada y Araújo lideró esa cartera por más de tres años.
Sin embargo, aunque ambas tienen una amplia formación académica, y se han destacado a lo largo de su vida pública, Espinosa, dado el tema central de la relación en este momento -las fumigaciones con glifosato- puede tener una ventaja significativa: es ambientalista y espera hacer del tema de la protección del medio ambiente uno de los ejes de la política exterior ecuatoriana.
Araújo por su parte ha hablado mucho de los resultados que espera lograr: fortalecer relaciones con los vecinos, diversificar la política exterior y mejorar el nivel de los representantes diplomáticos de Colombia en el mundo.
Ellas dos serán las encargadas de liderar, en nombre de sus países, el pulso por las fumigaciones.
Las dos jóvenes mujeres, con mucho en común, tendrán esa misión el año entrante, y tal vez por mucho tiempo. La crisis comenzó por cuenta de la decisión del Gobierno de Colombia de fumigar con glifosato los cultivos ilícitos en la franja de frontera.
Esta semana las denuncias de la Policía Nacional sobre la presencia de cultivos ilícitos en Ecuador y la calificación de "torpe" que hizo Rafael Correa, presidente electo de ese país, de la política colombiana de aspersión sirvieron para prender más la hoguera.
Correa, un hombre de izquierda, dejó claro que su posición se endurecerá frente a Colombia mientras que Uribe demostró que no dará marcha atrás. Y ese tono, sin que Correa se haya siquiera posesionado, augura una relación complicada y un reto aún mayor para Araújo y Espinosa.
Caminos paralelos
Las dos han recorrido caminos paralelos los cuales seguramente jugarán un papel clave en su relación. Son de confianza total de su respectivo presidente y pueden ser vistas como sus "consentidas".
Además, entraron al círculo presidencial de manera similar. Uribe no conocía a Araújo pero por sus logros en la administración de Bogotá se la llevó en el 2002 al Ministerio de Cultura. Allí ella se ganó su confianza y tras la crisis por la renuncia del ex presidente Pastrana a la embajada en Washington, él la nombró en la Cancillería.
Por su parte, Espinosa, pese a que se vinculó al movimiento Alianza País (AP) en la segunda fase de la campaña presidencial, era conocida de vieja data de los principales asesores de Correa por su recorrido académico y se ganó en muy corto tiempo la confianza de líder. Hoy es su principal asesora en asuntos ambientales, su especialidad, y claro internacionales también. Sus conocimientos, agilidad mental y la empatía entre sus tesis fueron la clave para que la relación cuajara.
Pero hay más coincidencias. Son amantes de la cultura: Espinosa es poetiza premiada y Araújo lideró esa cartera por más de tres años.
Sin embargo, aunque ambas tienen una amplia formación académica, y se han destacado a lo largo de su vida pública, Espinosa, dado el tema central de la relación en este momento -las fumigaciones con glifosato- puede tener una ventaja significativa: es ambientalista y espera hacer del tema de la protección del medio ambiente uno de los ejes de la política exterior ecuatoriana.
Araújo por su parte ha hablado mucho de los resultados que espera lograr: fortalecer relaciones con los vecinos, diversificar la política exterior y mejorar el nivel de los representantes diplomáticos de Colombia en el mundo.
Ellas dos serán las encargadas de liderar, en nombre de sus países, el pulso por las fumigaciones.
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