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18 enero 2007

Los zapatistas muestran al país y al mundo su sistema de escuelas autónomas


PARTE I (de dos)

Amber Howard

Sin aceptar dinero ni maestros del gobierno, las comunidades indígenas han construido más escuelas y educado a más niños que nunca antes.

Cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) empezó la fase pública de su lucha en la vispera de año nuevo de 1993-94, enarboló 11 demandas, una de las cuales era “educación” (las otras eran: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, independencia, libertad, democracia, justicia y paz). Trece años después, habían visto esa demanda cumplida como nunca antes en los altos y las selvas de Chiapas. Pero no fue el gobierno mexicano ni institución alguna los proveedores. Lo hicieron por su propia cuenta.
Antes de la rebelión en estas tierras rurales de México las escuelas, que eran de las más pobres, se encontraban muy alejadas y eran muy pocas, pero ahora las comunidades zapatistas han creado nuevas escuelas, entrenado maestros de sus propias filas y ampliado el alcance del tipo de educación que reciben sus hijos. Y lo hicieron sin aceptar ni un peso del gobierno.
El 31 de diciembre de 2006, miles de zapatistas y visitantes de todo México y el mundo se encontraron en la montaña, en el poblado de Oventic, para la Reunión de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, que tuvo una sesión entera dedicada a “La Otra Educación”, en la que autoridades civiles de diversos puntos del territorio zapatista explicaron lo que han hecho y lo que esperan hacer en el futuro.
La idea centrar detrás de la creación de la Otra Educación es enseñar a los jóvenes la historia, el lenguaje y la cultura del pueblo, así como prepararlos para proveer a su comunidad, algo que el gobierno nunca logro hacer. Los representantes Lucio y Magdalena hablaron del Caracol II (“caracol” es el término utilizado para describir los cinco centros de buen gobierno de los poblados zapatistas), con sede en Oventic. Explicaron: “Debido a la pobre calidad de la educación del gobierno, hemos empezado a crear nuestra propia educación. El modelo educativo del gobierno servía solo para destruir a la madre tierra y a toda la humanidad, para desarrollar estudios que favorecían los intereses de los poderosos.”
Ellos quieren un modelo educativo que mantenga a sus jóvenes cerca de sus comunidades y que sean productivos para el bien común. “El gobierno no nos dió nuestras escuelas, nosostros mismos tuvimos que construirlas, desde 1998. Estas escuelas no son reconocidas por el gobierno. Son para nuestra gente aquí en la selva. Nos ha costado mucho, pero están creciendo”, dice Gustavo, del Caracol III, con sede en La Garrucha.

Saul, un educador zapatista, describe como después de 1994 los maestros del gobierno seguían tratando de venir a los territorios autónomos en rebeldía, pero ahora como espías. “Vamos a ver lo que están haciendo, esos zapatistas. ¿Que tipo de movimiento tienen allá?” Llegaban con provisiones conseguidas con el ejército, usaban los helicópteros para traer materiales escolares, etc. “Dijimos, ’Ya basta. Esto no está bien’”, recuerda Saúl. “No ha sido fácil, nosotros mismos no sabemos leer. Pero estamos mejorando y aprendiendo todo el tiempo. Ahora podemos enseñar nuestra cultura, nuestra lengua y nuestra historia.” Estos son los inicios humildes de la Otra Educación.
Aunque la creación de una educación autónoma trae sus retos, los comandantes zapatistas dicen que se forma desde abajo, por la gente de las comunidades, aprendiendo mientras avanzan. “Aprendemos mientras caminamos, codo con codo con nuestra educación”, explica Concepción del Caracol V, con sede en Roberto Barrios. “Empezamos a pensar, ¿cómo sería una educación propia?”
Uno de los aspectos más importantes de la Otra Educación es recuperar los valores culturales, las formas de hablar y entender a los demás dentro de las comunidades. Esto es algo que se perdió con la educación gubernamental y que provoca mucho entusiasmo en la gente ahora que se vuelve a hacer, especialmente mediante las lenguas Tzotzil, Tzeltal, Tojolabal y Chol, entre otras. Es escencial que las clases sean enseñadas en la lengua nativa, no solo por su importancia cultural, sino porque esta es la lengua hablada principalmente en casa y la que mejor pueden entender los niños.
Según explica Lucio, graduado local de 18 años: “Hablamos nuestro propia lengua. Estamos en resistencia. Nuestra educación nos enseña que es el neoliberalismo, que significa ser autónomo. Los maestros del gobierno faltaban frecuentemente, porque decían que no se les pagaba bien. Nos trataban de decir que solo buscaramos trabajo, que no lucharamos o resistieramos contra el gobierno. Pero nosotros creemos que hacemos todo para todos. Tenemos que hacerlo juntos.”
Además de la importancia de aprender sobre la historia, cultura y lengua locales, los representantes del Caracol III también mencionaron la necesidad crítica de estudios ambientales y de igualdad de género en la educación. “El medio ambiente es la fuente de la vida. Debemos aprender sobre la conservación de la bio-diversidad. Creemos en una educación ambiental que promueva el cuidado de nuestra Madre Tierra de una manera reflectiva, crítica y consciente. Queremos enseñar soluciones. También queremos que nuestros niños aprendan acerca de la libertad, la dignidad y a valorar a los seres humanos, tanto hombres como mujeres.”
Las cuatro áreas de estudio principales en la Otra Educación son:
Historia: de la región local, la lucha zapatista, México y el mundo
Lenguas: lenguas locales y español
Matemáticas y,
Agro-ecología: como cuidar el medio ambiente mediante prácticas de agricultura orgánicas y el rechazo de las semillas transgénicas, entre otros métodos.
Los estudiantes también aprenden modos para proveer a sus comunidades mientras asisten a la escuela, tales como el mantenimiento de jardines, como producir granos, problemas con la tierra y como criar animales como pollos, ovejas y cerdos. De esta manera aprenden conocimiento práctico y obtienen un ingreso para apoyar a los “promotores de la educación” (así llaman los zapatistas a los maestros), que son locales, no reciben salario y hacen su trabajo por su deseo de elevar la consciencia de sus comunidades.

Los promotores son nativos de las comunidades en las que enseñan. Por tanto entienden la cultura, la lengua nativa y la historia, y pueden impartirlos a sus estudiantes, en lugar de que alguien de afuera traiga sus modos de ser y perspectivas culturales. De esta manera la comunidad puede decidir que aprenden los estudiantes. “Antes teníamos maestros de gobierno. Vimos que no estaban enseñando lo que queríamos que aprendieran nuestros niños. No era más que otra herramienta del gobierno federal”, describe Saúl del Caracol I. Los representantes del Caracol IV agregan: “Los maestros del gobierno no enseñaban sobre nuestra cultura y nuestra lengua. Así que nosotros como comunidad y como padres empezamos a organizarnos mediante reuniones con otros zapatistas para planear la Otra Educación. En estas reuniones acordamos sacar a nuestros niños de las escuelas del gobierno y nombrar nuestros propios promotores de la educación.”
Estos promotores son entrenados por profesionales, para luego pasar a entrenar otra generacion de promotores locales de sus comunidades. Es importante notar que estos promotores están aprendiendo al mismo tiempo que sus estudiantes. No es el tipo de educación en la que el maestro lo sabe todo y los estudiantes nada. Mas bien, ellos son promotores, gente dentro de la comunidad comprometida con promover diferentes tipos de trabajo y conocimiento. Como un representante del Caracol I describe: “Hemos creado 72 nuevas escuelas autónomas y entrenado a 20 promotores educativos. Estos 20 promotores por su parte han entrenado otros 80 promotores, convirtiéndose en la primera generación de nuestra educación autónoma. Ahora estamos en la 3era generación de promotores y tenemos 147 promotores trabajando con 1,726 estudiantes.”
Dentro de las escuelas, los estudiantes no están organizados por grados, ni son evaluados por examenes ni se les dan calificaciones finales, la práctica típica en las escuelas del gobierno. En lugar de eso, si hay muchos promotores en una comunidad en particular, los niños son divididos por edad y nivel de conocimiento. Pero en muchos casos hay solamente un promotor por comunidad y no hay división de estudiantes, sino un solo salón multi-nivel en el que los estudiantes mas viejos también le enseñan a los más jóvenes. Esto es muy diferente a las escuelas del gobierno, donde en muchas ocasiones se marginalizaba a los niños indígenas, se burlaban de ellos y eran castigados por hablar su lengua nativa. No había ninguna apreciación de la riqueza de las diferencias de las personas y sus diferentes formas de ser.

El concepto de trabajo colectivo es uno de los principios más importantes de la vida zapatista. Cada miembro de la comunidad hace un trabajo y los resultados son compartidos, incluyendo la siembra, el transporte, la educación, etc., describe Jesús del Caracol IV. “En lo que nosotros creemos es en el colectivismo, en apoyar nuestra comunidad como un todo. Queremos que nuestros niños sepan esto y que despierten al valor de la vida, y al lugar que ocupan en el mundo. Los niños pierden su cultura cuando van a la escuela y aprenden cosas que no van con su forma de vida.” En contraste, con las escuelas del gobierno cada persona es motivada para salir adelante por el o ella misma, lo que usualmente quiere decir buscar trabajo muy lejos en la ciudad o con alguna empresa grande. “Nuestros niños no van a la ciudad a seguir trabajando en sus trabajos individuales, sino que empiezan a apoyar a la comunidad cuando se graduan”, insiste un representante del Caracol IV.
Mañana II parte

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